EL
DUENDE GUARDIÁN
Relato: Ricardo A.
D.
La antigua casa de la
tía abuela de Ricardo ubicada en la calle San Carlos estaba lista para iniciar
su renovación. El primer albañil que estaba recién ingresando con sus
herramientas a la oscura habitación del fondo de la casa, por donde iba a empezar la demolición, vio salir apresuradamente de entre
la pared a un pequeño hombrecito llevando puesto un gran sombrero, para luego
desaparecerse entre la pared del frente; el albañil aún incrédulo por lo que
había observado no se atrevió a decírselo a los dueños de casa, y pensó contarle
a su compañero de trabajo a la hora que llegara. Minutos más tarde, cuando su compañero Carlos llegó, apenas
saludo a su compañero y subió tan rápido al agrietado y tambaleante techo que
al albañil no le dio tiempo para conversarle de los que había visto. El viejo techo empezó a retumbar con los golpes que Carlos
daba, y el albañil se puso en alerta mirando
la vieja pared de adobe, y de repente volvió a
ocurrir lo mismo, pero esta vez le pareció ver que el pequeño hombrecito
llevaba algo entre sus manos. Llamó de
inmediato a su compañero de trabajo y ambos estuvieron más atentos por si
volviera aparecer para hacerles saber a los dueños de casa; pero a este
hombrecito no más volvieron a verlo. El techo pronto cayó y tres viejas paredes
también caían con el trabajo de ambos albañiles. Al día siguiente la cuarta pared, justo por donde había hecho
su aparición el pequeño hombrecito empezó a ser destruida, y cuando estaba ya en las últimas filas de
adobe encontraron un pequeño hueco donde hallaron algunos papeles que mostraron a la tía abuela de Ricardo, quien de
inmediato los tomó, leyó y de inmediato preguntó ¿Dónde están las monedas de
oro de mi papá? Los albañiles sorprendidos por la pregunta de la dueña de casa respondieron:
No hemos encontrado ninguna moneda, si gusta Ud. Busque entre los adobes o en
nuestras cosas. Luego de escuchar el sorpresivo mensaje del difunto padre de la
señora y la ausencia de las monedas, el albañil le comentó de las apariciones
que había visto y concluyeron que fue el pequeño hombrecito
quien escondió las monedas de oro.
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