LA
ENAMORADA FANTASMA
Relato: Edilfonso Mena Morales
Signol era un fornido e intrépido joven que estaba
locamente enamorada de una bella joven
de rasgos Muchic llamada María. Ambos
residían en casas de campo ubicados en las cercanías de Sipán, y por las tardes
de los días sábados acostumbraban encontrarse por unos instantes cerca al río,
junto a un gran árbol de sauce para brindarse respetuosas caricias y prolongados besos con el que se demostraban
su gran amor.
Había pasado ya casi un año de estar enamorados y Signol
ya le había pedido “la prueba de amor”. María se negaba rotundamente a su
insistente pedido y le exigía respeto hasta el día en que se casaran. Signol no
dejó de insistir, por lo que María se molestó con él y decidió no ir a la
próxima cita que acostumbraban junto al río.
Signol estaba tan obsesionado y pensó: ¡Este sábado
María tiene que ser mía de todas
maneras, la convenceré! Y para
asegurarse que así fuera visitó al brujo Malaya para que le diera algún
secreto, el brujo después de hacerle unas preguntas y pedirle la foto de su enamorada, empezó a danzar y
cantar alrededor de huacos, piedras y estatuillas; acompañado de su quena, llamando a María y
exigiéndole en nombre del dios Eros que se entregase en cuerpo y alma a Signol.
También invocó a los espíritus infernales para que el deseo de Signol se
hiciera realidad. Terminada la sesión, Malaya
le dijo: Mañana María te estará esperando ansiosa donde acostumbran encontrarse
y será ella la que te pedirá que la poseas, y tú la harás tu mujer.
Al llegar el sábado, Signol confiado en la promesa del
brujo se encaminó a su cita, y en efecto, allí estaba ella, tan pronto lo
vio se abalanzó hacia él y lo llenó de besos y caricias y llevándolo
de los brazos lo recostó bajo el sauce y
se entregó en cuerpo y alma. Signol no salía de su asombro al conseguir
fácilmente su propósito de haberlo poseído a quien más amaba; luego del
apasionante momento de entrega mutua,
ella presurosamente desapareció
de su vista sin darle tiempo a Signol para preguntarle por su apreciable cambio
de actitud y ponerse de acuerdo para él
próximo encuentro.
Signol, durante la semana estuvo muy ansioso esperando que llegara el próximo sábado para
disfrutarlo con su amada. Y así fue, tan pronto estuvo con ella, él no soportó
su deseo y esta vez tomó la iniciativa, pero grande fue su sorpresa y dolor
porque recibió una fuerte cachetada de María que lo hizo lagrimear. Signol le
increpó: ¡Que te pasa!, ahora por que te haces la loca, tú ya eres mía.
María nuevamente
le lanzó una fuerte cachetada y retirándose del lugar fue corriendo y llorando
a su casa. Signol muy intrigado por la actitud de María, al día siguiente se
atrevió a ir a su casa para a conversar y pedirle explicaciones por su
incomprensible actitud después de la cita intima que tuvieron. María le
increpó. ¡Con quien te habrás acostado y me estás confundiendo!, seguro que has
estado borracho que no te acuerdas; y retirándose ingresó a su casa dejándolo
parado en la puerta.
Signol, muy preocupado y asustado regresó a su casa y le contó a su hermano, este luego se lo
contó a su padre y empezaron a temer lo peor que le hubiera sucedido a Signol.
Que la mujer del encuentro intimo hubiera sido la diabla. De inmediato lo llevaron al brujo Malaya para
que lo salvara de la maldición que había sido poseído. El brujo con cierto
remordimiento por ser el causante de esta
entrega diabólica, aceptó curarlo.
En la misma noche, en el lugar del encuentro íntimo entre Signol y la impostora
de María, Malaya fue llevado en cuerpo y
alma al tratar de quitar la maldición de Signol. Quién salvó de morir y pudo
casarse al año siguiente con su amada María.
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