EL ÚLTIMO
GENTIL DE SIPÁN
Relato:
Edilfonso Mena Morales
Un
viejo amigo tenía su chacrita en la parte Este de las tumbas reales de Sipán
junto a la huaca grande y a un costado del cuartel de cañas. En este terrenito,
con mucho esmero sembraba su maíz y algunas frutas. Un día me dice: Oiga amigo,
me están haciendo daño en mi chacrita,
he sembrado maíz y me lo están llevando por las noches. Yo le respondo, ¿Cómo
puede decir eso?, ¿Quién va a robar aquí?, si todos nos conocemos. Si algún
vecino quisiera, estoy seguro que le pediría prestado. Al día siguiente mi
amigo nuevamente me visita y me dice: Ayer cerca de la media noche he ido
con mi perro a ver mi chacrita y por poco cazo al ladrón, mi perro lo ha
corrido y yo no le di alcance. Quiero por favor que esta noche me acompañe...
Así que decidí acompañarlo. Esa misma noche hicimos guardia en el interior de
su choza ubicada en su chacra; la luna estaba resplandeciente como para
distinguir al ladrón.
Para quitarnos el frío,tomamos una copa de yonque y luego
nos pusimos a chacchar; él había llevado
un mazo de tabaco y se puso a preparar
unos cigarros mientras esperábamos al misterioso ladrón de choclos. Llegada la
medianoche oímos un ruido que provenía de la plantación de maíz, nos miramos y
dijimos, ahí está el ladrón. Nos acercamos a la quincha y entreabriendo las
cañas observamos la silueta del ladrón que rápidamente arrancaba los choclos y
los tiraba a una manta que había tendido en el suelo. De inmediato salimos
corriendo hacia él,con el propósito de atraparlo, quitarle los choclos y
reclamarle por su mala acción, pero el perro se nos adelantó y empezó a
ladrarlo, y cuando estuvo muy cerca como para morderlo se detuvo y como si hubiera visto al mismo
diablo, huyó de él con el rabo entre las
piernas para esconderse entre las
nuestras. La actitud del perro nos sorprendió
y juntos con mi amigo dirigimos
la mirada al misterioso ladrón. Él
nos escuchó y se volteó a mirarnos desafiante, y levantando su mano nos hizo señas para acercarnos a él. Su larga
cabellera y su vestimenta de apariencia
de una falda nos impresionaron tanto, que por un momento pensamos que se
trataba de una mujer, pero luego de ver lo robusto que estaba y al ver como
levantó su pesada manta con choclos al hombro, nos atemorizó. Ambos pensamos que tal vez era el enemigo (el
diablo) y no aceptamos su llamado. Él sin decir nada nos dio la espalda y
continuó con su carga de choclos dirigiéndose hacia la parte alta de la
huaca. Por un momento dudamos en
seguirlo, pero la curiosidad fue más, y después de unos instantes fuimos tras
él. En el camino mi amigo me dice.
Yo he escuchado de mis padres y abuelos que los antiguos
gentiles se escondieron con todas sus cosas en las cuevas de las huacas y de
los cerros cuando se enteraron de la llegada de los españoles.
Seguramente este
es uno de ellos y sale en las noches a buscar alimento para su familia que debe
vivir en el interior de la huaca. Este relato me hizo interesarme más y
continuamos la persecución. Ya lo habíamos perdido de vista, pero al llegar a
la falda de la huaca nuevamente volvimos a ver al gentil, nos apresuramos más,
y ante nuestra atenta mirada lo vimos entrar por un viejo túnel de la huaca. Nos acercamos a mirar, pensando
que tal vez haya sido una visión la que tuvimos, y que en realidad sea uno de
nuestros malos vecinos, pero el túnel estaba vacío; nos regresamos pensando en
lo sucedido y poniéndonos de acuerdo para regresar apenas amanezca. Así fue, a
las 6 de la mañana ya estábamos en el mismo lugar donde se ocultó el gentil; el túnelera tan profundo y tan
oscuro que abandonamos el deseo de entrar.
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