LA CAMPANA DE
ORO
Relato: Guadalupe Villegas Aquino
Por
el año 1945, los hacendados De la Piedra inician la expansión de las áreas de
cultivo con caña de azúcar, y en este voraz apetito no respetaron ni los
cementerios de antepasados peruanos. Muchas huacas de pequeño y mediano tamaño
fueron eliminadas de la faz de Pomalca.
Los hacendados habían contratado a la Compañía CIPA, quienes con grandes
maquinarias a vapor realizaban esta devastadora tarea, dejando tirados huesos,
huacos y chaquiras regados en estos
campos.
Cerca
a Casa de Madera al lado derecho frente
al cerro “el diablo” existía una huaca de mediano tamaño que ofreció gran resistencia a esta barbarie. Nos
relata don Guadalupe que inexplicablemente
las máquinas en esta huaca se rendían, los cables de acero se rompían, los
lampones se quebraban y cualquier otro desperfecto le sucedía a las máquinas.
Así estuvieron una semana y la huaca se resistía a ser eliminada. Como estas
máquinas no terminaban la tarea se quedaban en el campo y en la noche enviaban
a un guardián para que las cuide. Fue su compadre de don Guadalupe quien
descubrió la noche anterior el misterio de esta huaca a su resistencia a la
destrucción. Mientras dormía a un costado de la máquina niveladora, lo despertó
el agudo sonido de una campana que lo hizo levantarse para observar de donde
procedía este fino sonido. De pronto un
gran rayo de luz se levantó del centro
de la huaca y se elevó hacia el cielo, y tras el rayo se elevaba también una gran campana dorada
que abandonaba la huaca como despidiéndose de su largo
entierro para dirigirse en dirección hacia La Calera.
Al
amanecer el día siguiente, las máquinas sin ninguna dificultad y en forma
rápida desaparecieron esta huaca.
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