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viernes, 28 de octubre de 2011

EL BAÚL FANTASMA



Nos cuenta Aguinaga que al leer las leyendas del Baúl de la huaca San Juan y el Baúl del sueño recuerda que en cierta ocasión un viejo obrero de la época de la hacienda le contó que él fue testigo de un extraordinario suceso. Una noche cuando el brujo Malaya estaba en una de sus mesadas para realizar sus hechizos en el antiguo cementerio y bajo los efectos del San Pedro tuvo una gran visión, justo donde había colocado su mesa se encontraba un  entierro, este era un gran baúl conteniendo muchas monedas y joyas de oro.  Tanto fue su deseo de sacarlo en la misma noche que rápidamente envió a su rambador de regreso a su casa por planas mientras el atendía a sus enfermos.  Cuando llegó su rambador  despidió a sus clientes y en el acto recogió sus huacos, piedras de su mesa y se puso a cavar.
La noche estaba tan oscura que su candil no era suficiente para alumbrarlos, así que juntaron unas ramas secas de zapotes e hicieron una fogata, luego tomaron un trago de yonque y se echaron unas hojas de coca a la boca y lo sazonaron con un poco de cal. luego ambos se pusieron a danzar y cantar sus extrañas melodías alrededor del lugar donde estaba el entierro.
Cuando ya el pozo cubría al brujo, la palana empezó a rebotar, así que con mucho cuidado continuó retirando la tierra. Malaya no se sorprendió de su hallazgo por que en la visión ya lo había visto, cuando el baúl empezó a aparecer entre sus manos le pidió a su rambador que se retirara del lugar, porque conocía de su ambición. Con mucho cuidado y sin prisa empezó a retirar la tierra de los costados hasta dejar libre a todo el baúl, en ese momento llamó a su rambador para que le alcanzara la soga para retirarlo, y este aprovechó la oportunidad para mirar el misterioso hallazgo,  al ver al baúl no pudo contener la emoción y en voz alta dijo ¡Un baúl! Ábrelo, en ese mismo instante un gran ruido seguido de un gran viento y una gran polvareda apagó la fogata y una enorme  lechuza descendió al pozo, y abriendo sus enormes dedos cogió entre sus garras el baúl, Malaya pudo levantarse a tiempo y pegando la cabeza a la pared del pozo se protegió de las filudas garras que con gran fuerza levantó el baúl para dirigirse en dirección de la huaca San Juan  donde posiblemente lo dejó caer y allí lo enterró.  

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