EL TÚNEL DE LA MONTAÑA SAGRADA DE VENTARRON Los primeros habitantes de Boró fueron familias llegadas de la serranía de Cajamarca, estos nuevos pobladores se dedicaron a la crianza de reses, chivos, ovejas y aves, así como al cultivo de maíz y algunas verduras. A los pocos días de poblar estas tierras ubicadas al este de la Montaña Sagrada de Ventarrón, sus animales empezaron a perderse; si eran reses, estas desaparecían al mes y si eran chivos u ovejas, desaparecían a la semana. Muy preocupados por estas pérdidas decidieron hacer guardia en las noches bien armados con sus revólveres y escopetas, también acompañaban estas noches su coca y su botella de yonque mientras esperaban al misterioso ladrón. Las primeras noches no ocurrió nada, hasta que llegó la primera noche de luna llena, era ya la media noche, Grimaniel, Alindor y Andrés estaban de turno y de pronto observaron desde su lugar de guardia, que el palo de la tranca ya estaba en el suelo sin que ellos se hubieran dado cuenta quien lo bajó, y luego una vaca salió del corral, ellos con rapidez cargaron sus armas y en voz baja murmuraron, aquí le damos vuelta a este ladrón y lo enterramos por el cerro. Pero lo extraño era que nadie jalaba a la vaca, esta solita se dirigía en dirección hacia el cerro, Grimaniel pidió a sus compañeros separarse y seguir a la vaca a una prudente distancia para poder actuar si en algún momento apareciera el ladrón, pero nada, la vaca pronto empezó a subir el cerro, la luz de la luna estaba tan clara que era fácil seguirla a distancia, luego de subir por un momento a través de una larga abertura, la vaca desapareció ante la vista de todos ellos. Muy preocupados y asustados se juntaron y continuaron la búsqueda, pero nada, solo algo les llamó la atención, cerca al lugar por donde la vaca desapareció observaron dos enormes piedras que entre ellas formaban una abertura con una larga piedra encima a manera de umbral, con sus linternas alumbraron hacia el interior y no hubo nada. En ese momento Andrés recordó que un viejo poblador de esta zona le contó que en el cerro había un túnel encantado de donde se veía salir un par de niños vestidos con túnicas en busca de animales para introducirlos al cerro y que este tenía salida por el otro extremo del cerro, justo donde ahora se ha encontrado la ciudad de barro enterrada en el arenal. Al escuchar este relato todos decidieron regresar por temor a ser encantados. Al día siguiente regresaron al lugar llevando barretas y cubrieron la entrada con piedras y barro y así se le puede ver hasta hoy si ustedes van a visitar la Montaña Sagrada de Ventarrón
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