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lunes, 27 de enero de 2014

LEYENDA LA CALAVERA VENGADORA

LEYENDA  
 LA CALAVERA VENGADORA
Relato: Marco Llontop   
Era una Semana Santa de los años 70, cuando un grupo de 6 jóvenes de El Combo se dirigieron a la huaca con sus palanas a pasar el día, formaron parejas y cavaron  sus huecos en busca de tesoros. A todos les fue muy bien en sus  excavaciones, y a la una de la tarde empezaron a repartirse huacos y chaquiras. César, el más irreverente del grupo, además de los huacos había sacado una calavera, de quien empezó a burlarse y patearla como si fuera una pelota.  Sus compañeros le recriminaban por su falta de respeto a los muertos, pero él, cada vez lo hacía con más burla, levantando la calavera por los aires con pies y rodillas. Cansado de patear la calavera  lo tiró sobre unos vichayos y continuó con el grupo llevando los huacos hasta su pueblo. Estando ya en El Combo, cada uno tomó el camino para su propia casa. Cuando César estaba a pocos metros antes de llegar, pegó un gran grito ¡Mamááá…! ¡Mamááá…!. Su mamá, hermanos y tíos salieron corriendo de su casa para auxiliar a César, y le preguntaron ¿Qué te pasa?
¡Una mano mamá!, ¡una mano me quiere sacar la cabeza…! Pero no tienes nada hijo, le contestó su mama, no hay nadie, ¿Qué te ha pasado? ¡Una mano me está agarrando del cuello y me quiere arrancar la cabeza¡ Su  tío Campalo quien era muy  “curioso” y conocedor de cosas extrañas, con voz fuerte le dijo:

¡Qué has hecho en la huaca! César muy asustado le contó todo  lo que había hecho con la calavera, y obligado por su tío y el susto que estaba pasando, decidió regresar en busca de la calavera. Campalo pidió un trago de yonque y riñendo a su sobrino se dirigieron   en busca de la calavera, una vez que lo encontraron, Cámpalo obligó a César recogerla  y a limpiarla, César en un principio se negó a cogerla por susto, pero se vio obligado a hacerlo, ahora con mucho miedo y respeto lo tomó y con mucho cuidado lo limpió una y otra vez con sus manos, y continuaron su camino hasta el hueco de donde lo había sacado. Una vez más Campalo le habló con voz fuerte: ¡Ahora reza y pídele perdón!,  ¡Ponlo en el hueco!, ¡Entiérralo con tus manos y despídete!. Así  lo hizo el arrepentido César para librarse de aquella calavera que fue tratada por él, como si se tratara de una pelota. 

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