Como
todos sabemos la luna ejerce gran influencia
sobre la tierra y sus habitantes. Desde la antigüedad nuestras
primeras culturas descubrieron este poder al observar a la luna en su fase llena y en la nueva su influencia sobre el mar
produciendo las mareas altas. Así también descubrieron la coincidencia en la
duración con el ciclo menstrual
femenino. A partir de estos descubrimientos nuestros ancestros siempre tomaron en cuenta a la luna para sus siembras
y cosechas y lo convirtieron en uno de sus principales dioses. Tanto los
mochicas como los chimúes adoraban a la Luna a la cual llamaron Si (luna en la lengua mochica). En el
valle de Moche, los mochicas erigieron dos templos: El más grande e importante
dedicado a la Luna y el más pequeño, en
honor al Sol. A diferencia de los Incas, que en primer lugar adoraban al Sol. Muchas
culturas antiguas le atribuían al sol el carácter de padre y a la luna el carácter de madre
A
pesar de que Aia paec era la deidad principal de los mochicas, el culto
a la luna era el más extendido dada la relación de la luna con el mar y las
mareas, puesto que los mochicas eran esencialmente pescadores. Ellos consideraban
a la luna más poderosa que el sol. Durante los eclipses lunares creían que la
luna era atacada y había grandes llantos y cuando el eclipse pasaba hacían una
fiesta celebrando el triunfo de la diosa y hasta le ofrecían en sacrificio a sus propios hijos.
Don
Sebastián Imán de Ventarrón nos cuenta que su padre le aconsejaba a él y sus hermanos
que “hasta para tener sus hijos había que tener en cuenta a la luna, y esta unión
con su pareja debería ser en luna llena,
así como lo hacían con la siembra y la
cosecha, para tener hijos muy sanos y robustos”. Esta es una tradición oral que
se remonta desde muchas generaciones de padres
a hijos desde nuestras primeras culturas.
http://es.wikipedia.org/wiki
MUY BUENO
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