El trabajo de campo en la hacienda Pomalca se tecnifica con la llegada de esta máquina a vapor, las yuntas de bueyes dejan esta laboriosa tarea de arar grandes extensiones de terrenos. Esta locomotora tenía la ventaja de recorrer por caminos ordinarios, no necesitaba de rieles para trasladarse, pero era muy lenta, eran tan pesadas que sus ruedas estaban diseñadas lo bastante anchas para no hundirse Hacían su labor de arado en pareja. Se ubicaban hasta unos 200 m. de distancia a uno y otro lado del campo que debería de ararse, estando ambas detenidas y unidas por un cable de acero de 3 pulgadas de grosor, en la que en uno de los extremos se había acoplado un arado de 5 cuchillas. Turnándose jalaban el cable para enrollarlo en un gran carreto que se ubicaba en la parte inferior, luego ambas avanzaban en la misma dirección, se les cambiaba el sentido de las cuchillas del arado y a la señal de un silbato que la locomotora emitía, la siguiente hacía la misma labor. Esta máquina, al igual que el ferrocarril funcionaba a vapor, por lo que necesitaba de agua, leña y broza para trabajar; tres obreros se encargaban de hacerla funcionar, el maquinista, el fogonero y el aguatero. Dejó de laborar a finales de los años cincuenta del siglo pasado cuando son reemplazados por los tractores de oruga.
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domingo, 10 de julio de 2011
LA ARADORA A VAPOR
El trabajo de campo en la hacienda Pomalca se tecnifica con la llegada de esta máquina a vapor, las yuntas de bueyes dejan esta laboriosa tarea de arar grandes extensiones de terrenos. Esta locomotora tenía la ventaja de recorrer por caminos ordinarios, no necesitaba de rieles para trasladarse, pero era muy lenta, eran tan pesadas que sus ruedas estaban diseñadas lo bastante anchas para no hundirse Hacían su labor de arado en pareja. Se ubicaban hasta unos 200 m. de distancia a uno y otro lado del campo que debería de ararse, estando ambas detenidas y unidas por un cable de acero de 3 pulgadas de grosor, en la que en uno de los extremos se había acoplado un arado de 5 cuchillas. Turnándose jalaban el cable para enrollarlo en un gran carreto que se ubicaba en la parte inferior, luego ambas avanzaban en la misma dirección, se les cambiaba el sentido de las cuchillas del arado y a la señal de un silbato que la locomotora emitía, la siguiente hacía la misma labor. Esta máquina, al igual que el ferrocarril funcionaba a vapor, por lo que necesitaba de agua, leña y broza para trabajar; tres obreros se encargaban de hacerla funcionar, el maquinista, el fogonero y el aguatero. Dejó de laborar a finales de los años cincuenta del siglo pasado cuando son reemplazados por los tractores de oruga.
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