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domingo, 18 de octubre de 2009

UNA VISITA A LOS TEMPLO DE LOS ARENALES DE VENTARRÓN

UNA VISITA A LOS TEMPLOS DE LOS ARENALES DE VENTARRON
Sepultados por miles de años bajo cientos de toneladas de arena han salido a la luz los más antiguos templos de barro construidos en las faldas del cerro de Ventarrón. Antiguos peruanos pertenecientes a una gran cultura hasta hace poco desconocida, han sido descubiertos por un equipo de arqueólogos gracias a las impresionantes edificaciones de barro encontradas en los arenales, estos milenarios templos que hoy nos permiten admirar la gran obra creadora de nuestros ancestros me ha motivado a volver a visitar esta zona, así que atraído por el sensacional hallazgo y después de un largo tiempo, una vez mas me dirijo a Ventarrón en un viaje de aventura, caminando desde Pomalca en compañía de mis hijos; después de atravesar largos cuarteles de cañas y huacas entre ellas al fabuloso Collús y Zarpán, llegamos a orillas del cerro Ventarrón; una acequia nos detiene un momento, nos refrescamos y luego cruzamos a través de un puente hecho de troncos, mis hijos se adelantan y se sorprenden al ver un moribundo bosque, una imagen distinta a la que estábamos acostumbrados a ver en nuestras continuas visitas durante los últimos 10 años, apenados podemos contar con los dedos de la mano algarrobos, faiques, zapotes y vichayos, ya no están los alegres chiscos imitando a las demás aves del lugar, ni las ariscas palomas nos sorprenden con sus fuertes aleteos, el pequeño bosque está muriendo, no hay sombra que nos acoja en el camino, apenados seguimos nuestro largo recorrido a orillas del cerro sin mucho que mirar y nada que nos distraiga en el camino,Nos acercamos rápidamente a nuestro destino, cuando de pronto nuevamente nos sorprendemos; la agotadora caminata y el agobiante sol son disipados de nosotros al observar con alegre esperanza casi al ras del suelo cientos de pequeños algarrobos, esta imagen nos devuelve la alegría al imaginarnos que muy pronto el bosque volverá, y con el la vida nos sentamos un momento bajo uno de los pocos algarrobos sobrevivientes de la indiscriminada tala para disfrutar del renaciente bosque, y concluimos que alguien se ha preocupado de sembrarlos, hay una gran variedad de estos, después de retomar energías nos levantamos y atravesando una pequeña loma podemos ver a lo lejos las casas de Ventarrón y empezamos a cruzar las calientes arenas con dirección al cerro, de pronto entre sus pequeñas dunas y mimetizados en el arenal se levantan hacia el cielo decenas de huarequeques que habían pasado desapercibidos a nuestros ojos, el característico bullicio y cantar de su nombre ¡huerequequequeque….! nos dan la señal que estamos acercándonos a estos milenarios templos ubicadas en la parte oeste del cerro Ventarrón. Alzando la mirada ya podemos distinguir cerca de las pircas de piedra un conjunto de muros de adobe, empezamos a escalar en esa dirección, el cansancio está doblegándonos pero la emoción de estar junto a nuestro patrimonio cultural nos da fuerzas, hemos subido unos cincuenta metros de altura y estamos ya en medio de unos largos muros, nos sorprende recordar cuantas veces pasamos cerca y por encima de estos arenales y no imaginarnos cuanta historia y cuanto legado cultural estuvo oculto por miles de años en este grandioso cerro que a esta altura ya nos permite ver los edificios de Chiclayo destacando entre ellos su hermosa catedral;volvemos la mirada hacia el cerro y nos ubicamos un poco mas arriba del templo y girando a su alrededor apreciamos su enigmático diseño arquitectónico en el que nuestras generaciones pasadas se ponían en contacto con sus dioses y con la naturaleza y luego nos preguntamos ¿Con qué intención construirían un templo a esta altura?, ¿A qué dios adorarían?; el porque de su entierro, si fue a propósito o el tiempo se encargó de cubrirlo con arena, después de seguir meditando en la impresionante obra de nuestros antepasados y de sentir la energía que nos brinda sus cuatro milenios de historia empezamos a descender con la satisfacción de haber llegado a nuestro gran legado cultural, nos dirigimos al pueblo de Ventarrón a disfrutar de su tradicional chicha de jora y mientras nos levantamos unos potos de chicha uno de sus mas entusiastas dirigentes, nuestro amigo Rolando Coronel nos informan que la reforestación lo están haciendo los amigos de la Ong. Allin Kay a quienes felicitamos por su gran obra que pronto cambiará el paisaje de esta zona, nos emociona tanto que nos pedimos otra jarra de chicha y hacemos un brindis por el gran potencial Ecológico y Arqueológico para nuestro distrito y por el nuevo atractivo del zoológico que se está implementando gracias al decidido apoyo de la comunidad. Satisfechos de esta caminata turística y ya agotados, tomamos una mototaxi para retornar a nuestra dulce tierra de Pomalca

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